Cobots en la automatización del proceso productivo

Un cobot es un robot diseñado y creado para la interacción física con humanos en un entorno de trabajo colaborativo, esencia implícita en su acrónimo en inglés (collaborative robot).

Inventados por J. Edward Colgate y Michael Peshkin en 1996, los cobots se conciben como aparatos que permiten la interacción física directa entre una persona y un manipulador de uso general controlado por computadora, en esencia, brazos robóticos de 6 ejes articulados.

Si se piensa en una suerte de competencia entre un robot industrial y un cobot, uno y otro se llevan sus respectivos puntos a favor, ya que están pensados para distintos casos de uso. Se habla de especialidad y versatilidad en uno y en otro caso.

Un robot industrial se concibe, diseña y construye con un único propósito. Hace su trabajo solo. Un cobot, en cambio, puede desarrollarse para llevar a cabo una sola tarea, o para realizar varias dependiendo de las necesidades de producción: el cobot trabaja como ayudante del trabajador y no como sustituto.

Los robots industriales convencionales han evidenciado durante años su eficacia en diversas industrias como la automotriz, la metalúrgica y la electrónica. Producen en forma masiva en una línea de montaje, instalados en una posición fija (tienen un peso elevado) y generalmente ocupan mucho espacio físico.  Desarrollan una actividad intensa, dentro de un determinado espacio físico de producción que demanda barreras de seguridad, siendo un aspecto sensible la proximidad de personas. Por su parte, la programación de robótica industrial requiere de un conocimiento específico accesible a los pocos expertos que intervienen, siendo además el tiempo de puesta en marcha inicial un factor clave.

Partiendo de un diseño diferente, el cobot es compacto, ocupa un espacio reducido y es factible de reubicación en cualquier posición sin mayor complejidad, gracias a su peso ligero. En relación a la seguridad, cuenta con sensores que le permiten detenerse ante un imprevisto o necesidad. Es decir, un cobot permite la posibilidad de eliminar las barreras de seguridad, integrando al recurso humano en el núcleo del proceso dentro de la cadena productiva. Asimismo, el cobot es más fácil de manipular, requiere menor complejidad de programación que un robot convencional y su puesta en marcha es más rápida (puede estar operativo en menos de 12 horas).

La discusión no gira en torno a la facilidad de uso, la velocidad o si los cobots son mejores que los robots tradicionales. La clave radica en identificar cual se adapta mejor a cada situación de producción. En ese sentido, el proceso de automatización mediante incorporación de robótica avanzada y rentable facilita a empresas de cualquier tamaño seguir siendo competitivas en cuanto a sus costos de producción, manteniendo (y en algunos casos, relocalizando) sus procesos de fabricación en su propio país de origen.

Algunas estadísticas evidencian este fenómeno. Según un estudio de Boston Consulting Group, la cantidad de empresas que inició un proceso de relocalización de sus procesos productivos (reshoring, en inglés), aumentó 250 % entre 2014 y 2017. El 56 % de los empresarios consultados considera que la disminución de costos gracias a la automatización ha mejorado la competitividad de sus productos. El 72 % de ellos prevé una inversión en sistemas de automatización adicional en los próximos cinco años.

En relación al empleo, no se pronostica que este incremento de automatización en la industria tenga un impacto negativo sobre la generación de puestos de trabajo. El estudio resalta que 50 % de los empresarios prevé la creación de empleos manufactureros durante los próximos cinco años. El 74 % valora el acceso a una mano de obra calificada como un factor importante para trasladar la producción a su mercado interno: se destaca en ese punto que los cobots facilitarán la relocalización de mano de obra, actuando como complemento y no como reemplazo. En este nuevo escenario se busca que los trabajadores involucrados tengan más sensación de participación y, al mismo tiempo, responsabilidad en relación con sus prácticas de trabajo y sus efectos.